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«…… Y NO HICIERON CASO».

Posted in Uncategorized with tags , , , , , on 16/03/2010 by Armando López Golart

 

EL próximo 18 de mayo del año en curso, se cumplirá el treinta aniversario de un suceso que en su momento, centró la atención del mundo. El monte St. Helens en los Estados Unidos rompió su silencio de 123 años, en una poderosa erupción que voló casi 400 metros de su cúspide, reduciendo su altura de 2.950 mts. a los 2.550 actuales y dejando un inmenso cráter en forma de herradura de 1,5 kms. de diámetro, a la vez que destruyendo unos 595 kilómetros cuadrados de hermosos bosques y con un saldo mortal de 57 personas. Un detalle significativo de este hecho, por demás, afortunadamente limitado en cuanto a número de víctimas, teniendo en cuenta la magnitud del siniestro, es el que casi todas ellas murieron por no hacer caso de las advertencias recibidas, tanto de las fuerzas de la Naturaleza, como de los científicos ocupados en el caso, así como de diversos organismos gubernamentales.

Aproximadamente dos meses antes un gran terremoto sacudió la zona y muchos otros temblores le siguieron con más y más frecuencia y ya para el 27 de marzo, la montaña lanzó al aire una columna de cenizas y vapor que alcanzó una altura de unos seis kilómetros. A pesar de que para el mes de Abril la montaña estaba relativamente en calma, en la cara norte se estaba formando una protuberancia muy notable, la cual crecía a razón de 1,5 metros por día. Para los científicos esas señales indicaban claramente la inminencia de una erupción, por lo cual dieron la voz de alerta y advirtieron a la gente para que abandonara la zona de la montaña…… pero muchos no hicieron caso.

Harry Truman, dueño de un albergue en Spirit Lake, cerca de la falda de la montaña, fue uno de los que rehusaron abandonar la zona, pues llevaba 50 años viviendo allí y no podía creer que su preciosa montaña fuera a cambiar la tranquilidad de aquellos alrededores; por otra parte, algunas personas y desoyendo cualquier advertencia, entraron con sus vehículos por caminos previamente cerrados al paso, a fin de acampar y observar el “espectáculo” desde un bosque engañosamente tranquilo. Para cuando ocurrió la gigantesca explosión, la montaña lanzó ceniza y gases calientes a una velocidad de ¡más de 320 kilómetros por hora!, derribando millones de abetos y las personas que no habían prestado atención perdieron la vida…… torrentes de lodo bajaban por la montaña a unos 80 kilómetros por hora, arrasando lo que encontraban a su paso. El piloto de un helicóptero recuerda que advirtió a varias personas que se hallaban en el paso de uno de los torrentes, para que se alejaran y se pusieran a salvo, pero la mayoría rehusaron prestar atención a la advertencia; el piloto dijo: “No podía creerlo. Les estaba diciendo lo que se avecinaba y ellas solo se reían y me hacían señas de que me fuera”…… poco después, sus risas se tornaron en pánico al ser arrastradas por la riada y en cuanto al Sr. Harry Truman y su albergue, de forma lamentable, quedaron sepultados bajo unos 12 metros de lodo hirviente.

Y es que el no hacer caso a las advertencias confiables no es algo fuera de lo común, en especial cuando están relacionadas con algo que la gente nunca ha experimentado personalmente; piensan que nada cambiará debido a que las condiciones han seguido siendo las mismas desde los días de sus antepasados. Tal actitud resultaría ser desastrosa, si hiciera que uno no prestara atención a una antigua advertencia de una catástrofe que se avecina, una que sobrepasará por mucho la erupción del monte St. Helens, del recordado tsunami de Indonesia, con casi 300.000 víctimas, o del dramático terremoto de Haití, con sus casi 250.000 afectados mortalmente y el más reciente de Chile, que si bien y afortunadamente fue limitado en cuanto a víctimas mortales, 799 según datos oficiales, fue de una brutalidad tal, que no solo desplazó de su emplazamiento original a ciudades enteras hasta una distancia de tres metros respecto de su ubicación anterior, sino que según informes científicos, el movimiento telúrico habría inclinado el eje terrestre en 2,7 milisegundos de arco (unos 8 centímetros). Ahora bien, ¿cuál es esa catástrofe por venir y previamente anunciada? Pero que quizás y ante los ejemplos que acabamos de considerar, las preguntas más importantes son otras ¿cuál será su actitud hacia tal advertencia? ¿La rechazará, o estará dispuesto a hacerle caso y sobrevivir?

Y es que en la larga historia de la humanidad, ha habido muchos desastres naturales tan grandes como la erupción del monte St. Helens, o aún mayores tal y como les hemos contado, pero ninguno de ellos sin embargo, ha igualado al catastrófico Diluvio del día de Noé. Tengamos en cuenta que después de más de 1600 años de haber aparecido el ser humano en la Tierra, la población del planeta en ese momento era ciertamente grande, sobre 1.200/1.500 millones de personas. Según estudios recientes y usando modernos sistemas matemáticos para el cálculo poblacional, ya en tiempos cercanos a la muerte de Adán, 930 años de existencia del ser humano sobre la tierra, tal población se podría cuantificar sobre los 750 millones de personas y tomando en cuenta que el Diluvio ocurrió unos 700 años después, fácilmente se podía haber alcanzado en ese momento la cifra anteriormente citada.

La Biblia, por otra parte, nos confirma el hecho de que el hombre se había multiplicado en la faz de la Tierra:

Cuando la humanidad comenzó a multiplicarse sobre la haz de la tierra y les nacieron hijas……” (Gén. 6:1)

Y según el registro bíblico, la violencia y la corrupción llenaron la Tierra:

Y la tierra llegó a estar arruinada a la vista del Dios verdadero y la tierra se llenó de violencia. 12 De modo que Dios vio la tierra y, ¡mire!, estaba arruinada, porque toda carne había arruinado su camino sobre la tierra.” (Gén. 6:11-12).

Luego no estamos hablando de unas pocas tribus esparcidas por ahí, sino de una civilización adelantada con sus ciudades, industrias y demás adelantos, que pudieron haber favorecido, evidentemente, el decantarse hacia la “buena vida”. Luego la Biblia es clara al mencionar que el hombre, no pudiendo existir en la región de Mesopotamia, una región demasiada pequeña para apoyar a semejante población tan grande, tuvo que expandirse sobre la tierra, todo considerando la dispersión natural que afecta a una sociedad violenta y por lo que estaríamos hablando de una hecatombe tan grande, brutal y devastadora, que dejó a escala mundial una huella indeleble en la humanidad.

Existen unas 150 diferentes leyendas acerca del Diluvio que provienen de diversas partes de la Tierra, tales como Babilonia, Roma, India, Australia y las Américas; y aunque dichas leyendas difieren en algunos detalles, hay una similitud general en la causa moral de por qué sobrevino el Diluvio, la destrucción global de la humanidad y la supervivencia de una familia en un arca o un barco. Solo un desastre de proporciones globales pudo haber dejado una impresión tan extensa y duradera y de la que un docto bíblico escribió lo siguiente:

La armonía entre todos estos relatos es una garantía innegable de que esa tradición no es una invención vana; un relato de ficción es regional, no universal; esa tradición tiene, por lo tanto, una base histórica; es el resultado de un suceso que realmente aconteció en la infancia de la humanidad.

Pero, ¿por qué es esa catástrofe de un pasado remoto, una advertencia a los casi 7.000 millones de personas que actualmente poblamos el planeta Tierra? Es de fundamental importancia para nosotros, tomar en cuenta las circunstancias que llevaron al Diluvio y cuya similitud de estas, a las condiciones actuales en medio de las que nos vemos envueltos, hacen que el Diluvio tenga un significado importante para nuestros días. El relato histórico del libro bíblico de Génesis describe esas circunstancias de la siguiente manera:

Jehová vio que la maldad del hombre abundaba en el tierra, y que toda inclinación de los pensamientos del corazón de éste era solamente mala todo el tiempo; (….) De modo que Dios vio la tierra y, ¡mire!, estaba arruinada, porque toda carne había arruinado su camino sobre la tierra.” (Gén. 6:5; 12).

El mundo de la humanidad había sufrido tal degeneración moral, que la inclinación de sus pensamientos era siempre hacia la maldad y como consecuencia de esto, “la tierra se llenó de violencia.” (Gén. 6:11). Las personas comenzaron erróneamente a dedicar su vida en ir tras los deseos materiales y sexuales, hecho al cual, Jesús llamó la atención cuando contrastándolo con nuestros días, dijo lo siguiente:

Porque como en aquellos días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, los hombres casándose y las mujeres siendo dadas en matrimonio, hasta el día en que Noé entró en el arca; y no hicieron caso hasta que vino el diluvio y los barrió a todos, así será la presencia del Hijo del hombre.”(Mat. 24:38-39).

Su único interés era satisfacer sus deseos carnales, exactamente como estamos viendo actualmente a nuestro alrededor. Sin embargo, ya con muchos años de anticipación, Noé había estado dando advertencia, pero aquella generación rehusó creerle, pues indudablemente nunca habían experimentado un diluvio y puesto que las cosas seguían igual que antes, se hicieron sordos a la advertencia; sencillamente: “no hicieron caso.” No les importó que la advertencia proviniera de su Creador, a través de Noé. Pero Dios dijo a Noé:

El fin de toda carne ha llegado delante de mí, porque la tierra está llena de violencia como resultado de ellos; y aquí estoy arruinándolos junto con la tierra.” (Gén. 6:13).

Cuando vino el Diluvio, Noé y su familia fueron preservados porque prestaron atención a la advertencia y siguieron las instrucciones de Dios…… pero, ¿por qué debe ser de interés especial para nosotros este relato? Algo que tenemos que tener en cuenta, son unas palabras del apóstol Pablo con la siguiente advertencia:

“…. y no se contuvo de castigar a un mundo antiguo, sino que guardó en seguridad a Noé, predicador de justicia, con otras siete personas cuando trajo un diluvio sobre un mundo de gente impía; 6 y al reducir a cenizas a las ciudades de Sodoma y Gomorra las condenó, poniendo para personas impías un modelo de cosas venideras.” (2 Ped. 2:5-6).

O sea, tenemos que ejemplos del pasado, han sido escritos para que sepamos con qué probablemente nos tendremos que enfrentar, de producirse iguales situaciones de comportamiento. Y hemos de reconocer que al igual que en los días antediluvianos, la violencia ha llegado a ser un modo de vida, especialmente desde la I Guerra Mundial, en donde según expertos, un mundo relativamente en calma y organizado, entró en una espiral de violencia que ha ido en un aumento constante. La violencia política entre las naciones ha resultado en las más destructivas y horribles guerras de la historia humana, mientras la violencia de todo tipo se ha esparcido a ciudades, calles y hogares; además, en la televisión, el cine y las novelas predomina la violencia. Por último y por si faltara algo, Internet ha sido la gota que ha colmado el vaso en proporcionar distracción violenta mediante juegos de todo tipo y que ha envenenado la mente de nuestra juventud, hasta grados insospechados, amén de haber contribuido a la proliferación de aberrantes contenidos de corte sexual, al alcance de cualquiera.

Luego el paralelo establecido por Jesús, se ve en el estilo de vida del día moderno, pues es obvio que el satisfacer los deseos carnales y materialistas es el interés principal de esta generación actual y en consecuencia, por toda la Tierra vemos un derrumbe moral que ha resultado en una epidemia de enfermedades transmitidas por relaciones sexuales. A su vez, el adulterio, la fornicación y la homosexualidad son comunes hoy día, mientras que prácticas inconcebibles para una mente normal hasta hace cuatro días, como por ejemplo, el aborto o el matrimonio entre miembros del mismo género, han sido reconocidas como “derechos” y recibido el correspondiente respaldo legal en muchas legislaciones de diversos países.

Luego al igual que la generación antediluviana, es obvio que la generación actual ama los placeres carnales y las posesiones materiales más que a Dios; y puesto que Dios se sintió “herido” debido a la conducta extremadamente mala de la gente que vivió antes del Diluvio ¿no sería razonable concluir que Él se sienta de la misma manera hoy día, debido a la conducta aberrante y deleznable que es común alrededor del mundo? ¿No debería servir de advertencia a la generación actual, lo que Él trajo sobre el mundo del día de Noé? ¿No sería razonable pensar que Él llegará a la misma conclusión a la que llegó según se muestra en Gén. 6:5-7?:

Por consiguiente, Jehová vio que la maldad del hombre abundaba en la tierra, y que toda inclinación de los pensamientos del corazón de este era solamente mala todo el tiempo. 6 Y Jehová sintió pesar por haber hecho a hombres en la tierra, y se sintió herido en el corazón. 7 De modo que Jehová dijo: “Voy a borrar de sobre la superficie del suelo a hombres que he creado, desde hombre hasta animal doméstico, hasta animal moviente y hasta criatura voladora de los cielos, porque de veras me pesa haberlos hecho.”

Por medio de los escritores inspirados de la Biblia, Dios ha declarado que ejecutará un juicio semejante contra la generación desenfrenada de la actualidad; veamos como lo expresa el profeta Sofonías:

El gran día de Jehová está cerca. Está cerca y hay un apresurarse muchísimo de él. El sonido del día de Jehová es amargo. Allí un hombre poderoso da un grito. 15 Ese día es día de furor, día de angustia y de zozobra, día de tempestad y de desolación, día de oscuridad y de tenebrosidad, día de nubes y de densas tinieblas, 16 día de cuerno y de señal de alarma, contra las ciudades fortificadas y contra las elevadas torres de las esquinas. 17 Y ciertamente causaré angustia a la humanidad y ciertamente andarán como ciegos; porque han pecado contra Jehová. Y su sangre realmente será derramada como polvo y sus entrañas como el estiércol. 18 Ni su plata ni su oro podrá librarlos en el día del furor de Jehová; sino que por el fuego de su celo toda la tierra será devorada, porque él hará un exterminio, realmente uno terrible, de todos los habitantes de la tierra.” (Sof. 1:14-18).

Y no se tome estas palabras como una broma, porque realmente de broma no tienen nada, más bien el contrario, se aproxima la mayor catástrofe de la historia humana.

Mirando hacia nuestros tiempos, el escritor inspirado de la segunda carta a Timoteo describió el estado decadente de los asuntos que vemos en la actualidad a nivel mundial: realmente lo que hizo, fue una fotocopia de la sociedad actual:

Más sabe esto, que en los últimos días se presentarán tiempos críticos, difíciles de manejar. 2 Porque los hombres serán amadores de sí mismos, amadores del dinero, presumidos, altivos, blasfemos, desobedientes a los padres, desagradecidos, desleales, 3 sin tener cariño natural, no dispuestos a ningún acuerdo, calumniadores, sin autodominio, feroces, sin amor del bien, 4 traicioneros, testarudos, hinchados de orgullo, amadores de placeres más bien que amadores de Dios, 5 teniendo una forma de devoción piadosa, pero resultando falsos a su poder; y de estos apártate.” (2 Tim. 3:1-5).

Ahora, mire usted a su alrededor y diga honestamente, si lo que está viendo se ajusta o no, a lo expresado por Pablo…… y note por favor, la expresión “últimos días” y que tiene el mismo significado para la generación actual, que el que tuvo para la generación antediluviana: el fin de la parte predominante del sistema de cosas humano. En 2 Tes. 1:8-9, el escritor inspirado Pablo dijo que, mediante Jesucristo, Dios traería “venganza sobre los que no conocen a Dios y sobre los que no obedecen las buenas nuevas acerca de nuestro Señor Jesús. Estos mismos sufrirán el castigo judicial de destrucción eterna de delante del Señor y de la gloria de su fuerza”. Y no ponga la posibilidad de que esto realmente ocurra, en saco roto, porque fíjese que dijo Jesús:

El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras de ningún modo pasarán.” (Mat. 24:35).

Sin embargo, eso hicieron aquellas personas del tiempo de Noé, que ni por un momento pensaron en la posibilidad de un diluvio, dado que en aquél tiempo aún no había llovido de forma literal sobre la tierra, luego no sabían lo que era llover:

Pero una neblina subía de la tierra y regaba toda la superficie del suelo.”(Gén. 2:6).

Por ello tuvieron en poco la advertencia de Noé, quizás pensando que Jehová nunca haría algo semejante con ellos, pues no existían precedentes de algo ligeramente parecido a lo que les estaba anunciando Noé. Tristemente, los sobrevivientes del Diluvio descubrieron que la generación antediluviana había sido barrida de la haz de la Tierra: la gente y todo aquello por lo cual habían vivido y luchado…… había desaparecido. Y lo mismo sucederá cuando Dios traiga su venganza al ponerle fin a la violenta generación de la actualidad:

Y solo un poco más de tiempo y el inicuo ya no será; y ciertamente darás atención a su lugar y él no será.” (Sal. 37:10).

Y ello querido amigo sucederá, prescindiendo que el ser humano se lo crea o deje de creérselo. Por lo tanto, lo razonable pareciera ser el buscar la manera de poder sobrevivir a tal catastrófica situación y si es que acaso se puede. Y es que el paralelo entre la generación antediluviana y la nuestra no se limita a la maldad de la gente y a su destrucción, sino que al igual que hubo sobrevivientes del Diluvio, también habrá sobrevivientes del fin del sistema de cosas actual. Los sobrevivientes del Diluvio fueron personas humildes que no vivieron como la gente en general, porque pensaban de distinta manera; ellos fueron amadores de la justicia que obedecieron a Dios y prestaron atención a sus advertencias. En Gén. 6:8-9, se nos dice lo siguiente:

Noé halló favor a los ojos de Jehová. (…) Noé fue hombre justo. Resultó libre de falta entre sus contemporáneos”. Con relación a Noé y a los que sobrevivieron con él, el apóstol Pedro escribió que Dios “no se contuvo de castigar a un mundo antiguo, sino que guardó en seguridad a Noé, predicador de justicia, con otras siete personas cuando trajo un diluvio sobre un mundo de gente impía.” (2 Ped. 2:5).

Pero note además un detalle muy significativo: Jehová mandó a Noé entrar en el arca siete días antes que diera comienzo el diluvio y cerrando el propio Jehová la puerta tras de él, significando con ello la inmutabilidad de su decisión. Pero mientras tanto, la vida en el exterior del Arca continuaba como si nada hubiera pasado, las cosas continuaban como siempre y sin alteración alguna; sin embargo y para ese tiempo, o sea, siete días antes de desatarse el diluvio, ya Dios había colocado en lugar seguro a Noé y los suyos. Entonces ¿qué nos podría indicar tal hecho?…… pues que nuestro Creador y antes de que comience el juicio sobre esta humanidad inicua, ya habrá rodeado de las necesarias medidas de seguridad que crea oportunas, para la salvación de aquellos que le son fieles y obedientes. Y es que mediante los profetas de Dios, se nos asegura que habrá una gran muchedumbre que sobrevivirá la destrucción venidera del sistema de cosas actual, pues al igual que Noé, ellos también han de ser personas humildes que amen la justicia y obedezcan las instrucciones de Dios; después de predecir la destrucción de los inicuos, el salmista dice:

Pero los mansos mismos poseerán la tierra y verdaderamente hallarán su deleite exquisito en la abundancia de paz.” (Sal. 37:11).

Ahora bien ¿cuántos se salvarán? ¿Solo una minoría escogida como en el caso de Noé? Veamos cómo nos lo cuenta el libro de Revelación:

Después de estas cosas vi y, ¡miren!, una gran muchedumbre, que ningún hombre podía contar, de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos de largas ropas blancas; y había ramas de palmera en sus manos.” (Rev. 7:9).

¿Pero de donde sale esa grande muchedumbre? Pues de esos espantosos sucesos por ocurrir y que ya Jesús calificó de “gran tribulación” con anterioridad, tal y como nos muestra de nuevo el libro de Revelación:

Y en respuesta, uno de los ancianos me dijo: “Estos que están vestidos de la larga ropa blanca, ¿quiénes son y de dónde vinieron?”. 14 De modo que le dije inmediatamente: “Señor mío, tú eres el que sabe”. Y me dijo: “Estos son los que salen de la gran tribulación y han lavado sus ropas largas y las han emblanquecido en la sangre del Cordero.” (Rev. 7:13-14).

Jesús predijo que en los últimos días, las buenas nuevas del Reino de Dios se proclamarían por toda la Tierra (Mat. 24:14) y siendo este el medio por el cual se juntará para la supervivencia, a las personas de disposición justa que actualmente existan sobre la tierra y que será el equivalente de la tarea llevada a cabo por Noé:

“…. y no se contuvo de castigar a un mundo antiguo, sino que guardó en seguridad a Noé, predicador de justicia, con otras siete personas cuando trajo un diluvio sobre un mundo de gente impía.” (Sant. 1:17).

Jesús ilustró esto en su parábola acerca de la separación de las ovejas de las cabras y que concluyó dicha parábola al decir que los injustos, semejantes a cabras, partirían al “cortamiento eterno”, pero los justos con cualidades de oveja, a la “vida eterna.” (Mat. 25:31-46). Y es que a pesar de que ha transcurrido tanto tiempo desde que ocurrió el Diluvio, es una advertencia clara que no debemos pasar por alto, ya que como dice la Biblia, el relato de este suceso se escribió “para nuestra instrucción” (Rom. 15:4). Es una advertencia contra el modo de vivir violento, sensual y materialista de un mundo que no hace caso a nuestro Creador que “no cambia”:

Porque yo soy Jehová; no he cambiado. Y ustedes son hijos de Jacob; ustedes no se han acabado.” (Mal. 3:6).

Dios destruyó a la generación antediluviana debido a su maldad y es por esa misma razón que destruirá a esta generación moderna y a su entero sistema de gobernación política, materialismo comercial y religión falsa. Para sobrevivir al fin de este sistema de cosas, tenemos que prestar atención a la advertencia que se dio en el pasado y por lo que debemos demostrar que somos amadores de la justicia, así como lo hicieron las ocho personas que sobrevivieron al Diluvio; para sobrevivir, en definitiva, tenemos que seguir el consejo registrado en Sof. 2:3:

Busquen justicia, busquen mansedumbre. Probablemente sean ocultados en el día de la cólera de Jehová”.

Si querido amigo, tal como Noé y su familia sobrevivieron al Diluvio, usted también puede estar entre los sobrevivientes felices del fin de este sistema de cosas condenado a la destrucción.….. si hace caso.

MABEL